18 dic 2012

Uranio Cabral

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quien tras su escondite
observa las modificaciones
del alquitrán en las calles
calientes, moldeado por
mil neumáticos
y el gran sol.

quien humano es pedazo en todo
las distancias evaporadas
por su interioridad
único saco de piel y haceres
quien hace alma, con respiros,
al paisaje.

de quien su aliento es campo
y tren que cruza iluminando
a través de hoyos en las nubes
anuncia humeante las
nuevas imágenes.

cuyo escondite son pieles y techo
un armonio y pocos corderos
que no alcanzan para comer
porque más sirve la lana
los corrales son de piedra

que predice el sendero de las raíces
esperando que la madera
atraviese las distancias tremendas
hasta su oscuro interior
como memoria sin recuerdos.

ritmo de montañas veladas por la lejanía
los ojos atraviesan el paisaje
como larguísimas guirnaldas
vienen los barcos
como bajando una colina resbalosa

uranio cabral
cuyos péndulos persisten esperando
por mientras, ir muriendo bien
en procesión plácida, firme
hacia arriba en el altíplano.



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Despertando

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 Cuando una mujer hermosa
despierta a tu lado
mientras piensas en nada
y te saluda
y sus ojos pegados
se abren y buscan
la copa de vino blanco
de ayer
llevándosela a la boca
viéndose frágil y elegante
incluso en una madrugada de caña,
ya es suficiente para recordarlo
por mucho, pasando por alto
las marchas, la derrota,
ya es suficiente
para terminar con el resto
dejarse dormir por treinta días
incluso perderla
dejarla como la última luz.



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9 dic 2012

Hotel Villa Trouville

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En el hotel Villa Trouville
revientan arañas que
hacen saltar los tapones.

El campanario se asoma
entre la niebla a lo lejos
e Iris, la recepcionista,
desconecta el timbre
a las doce.

Las piezas tienen cocina
y cenicero.
Nosotros fumamos,
ella toma té, yo destilado.

Espero que la noche avance,
que se derrita el hielo
dentro del refrigerador que
no funciona.

No hay cucarachas.
Entran zancudos por la
ventana abierta que da
al sur; mitad mar,
mitad Las Cruces.

Disfruto de la cara tarifa,
arrastrando las horas,
esperando que amanezca.



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5 dic 2012

Fantasía

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Descansando temprano en la cuidad,
sentí como si el ruido de los camiones al pasar
fuesen olas de mar insistentes y tranquilas.
Sentí el canto del pájaro como una larga frase
de renovación y ensueño.
Quise ver las antenas como mástiles,
los taxis como árboles al viento
y oír los despegues de los aviones como truenos,
verdes tormentas, cada una un proceso indomable,
sin cuerpo y sin piloto.
Quise ver a la vieja como profeta,
al vago como escribano,
al conserje como salvaje molusco,
lento espiral de carne protegida,
lacerada corriente,
frustración memorable,
entre soplo y estertor.
Luego vino un trueno de verdad,
un eco desde el sur que liberó
al canto tartamudo del granizo.



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Tres Sueños Breves

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Un elefante carga a un ángel moribundo.
Se transforman juntos en frágil piedra volcánica.
Un flaco y ágil monstruo se sube a la estatua.
Golpea la piedra en sus extremidades y ángulos más delicados.
Se va rompiendo mientras me despierto.



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Arañas de gigante
abdomen rayado,
viudas negras,
ahora lesbianas,
esperan conmigo
que reviente
el huevo transparente
de sus setenta hijos,
mientras las campanadas
vuelven mi mañana más frágil.



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La hormiga entra a la araña.
La estrella de mar entra a la ballena.
Las dos por la abertura que mató;
la primera reventada por el peso del zapato,
la segunda rajada por la roca.
La araña en el pavimento
de la terraza de la casa.
La ballena en la arena
que la marea al bajar descubre.



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