7 jul 2012

Cañaheja en llamas

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Hay que desenvolver
el aire que dejamos atrapado
al arrugar esos papeles.

Con este te limpiaste.
Con este pasó el año.
Con este confirmaron
tu cerveza, tus papas fritas
y se fue la grasa de tus dedos.

No es importante
lo que se fue en ellos,
sino todo lo contrario:
El respiro que sigue
trayendo la basura
a las narices.
Un ritmo terminante
que gotea con los deshechos
hasta el hueso del aliento.

El aliento que sigue visitando
a los ácidos del estómago.

La culpa sin memoria
que se acuesta en el drenaje
de la conciencia.

Hay tiempo para levantar la roca
y ofrecer el brazo al fluido
de huevos cargados por las hormigas.

Hay tiempo para recoger la lluvia con los pasos
y guardarla en un resfriado.

La calle, la sirena
la caravana, el hotel.

Hay tiempo para visitar sin propósito
e ir cayendo en cuenta
como agua por una cascada.

Hay tiempo para ser un desierto
y esperar la caravana de camellos.

Hay también para cambiar como un paisaje;
de selva a tundra a roca a acantilado.
De día nublado a tormenta,
de tormenta a arcoiris,
de arcoiris a viento
y de viento a incendio.

Hay que guardar el fuego en los órganos.

Acarrear por el torrente sanguíneo hilos de fuego
y enredarlos entre todo el sistema.

El cielo disolverá el calor,
el viento esparcirá las llamas
y el cemento las detendrá.

El buitre comerá eternamente
los órganos de la Promesa.

El cuerpo en incesante génesis
será la severa conciencia de la montaña.

El fuego es nuestro, nuestro
y la calma mientras se ahoga vendrá.

¡Que se levante y circule!

Que mientras los pasos de la hija ociosa
circunden el corral de la parcela,
se levante la furia del ganado enfermo.

Mientras se estén preparando las inyecciones,
mientras la calle esté hecha un hoyo
para arreglar el alcantarillado,
mientras en los parques
los árboles sigan atados a un palo,
mientras la luz no cambie
y el amor siga desencadenando ataques,
veremos en la cadena montañosa que se hunde
un azul resplandor de vidrios desparramados.

Bien adentro del bosque
descansa el día en que esto pase.

¡Y que esto pase
y deje todo abierto,
todo inflamado,
todo luz llegando,
todo pájaros y
colinas húmedas
prontas a cubrirse de flores, regadores y cercos!



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