24 dic 2011

Dia

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Al despertar a un día de sol y con nubes pasando rápido,
abro la ventana y siento palpitar la luz y el viento.
Puedo envolver este día de nuevo en el sueño,
seguir en la cama, dejándome oscilar entre el sueño y la vida
apartando la decisión de levantarme.







La mañana tiene su manera de ofrecérsenos,
golpea las puertas de la cara
como demoliendo la lucidez
no soy yo en la mañana
después de haber pasado de largo.







Ahora esta oportunidad de salvar el tiempo
encerrándolo
esta mujer al lado llorando por dejarme
este llanto que es mentira y sin querer
esta noche iluminada, un lente de agua
noche tras la cual hasta la sombra se esconde
este pedazo de tranquilidad
esto
es
mi traspaso por una puta.







El amanecer, su violento subrayar a las siluetas:
la violenta diferenciación de las cosas
sus reflejos devastadores en los techos y grandes carteles metálicos.
¡Cómo ilumina a los animales atropellados durante la noche!
¡Cómo revela el gesto en los rostros que han pasado la noche despiertos,
acusa sus colores su cansancio!
Su pregunta, su transparencia.
Son tantas capas transparentes para al final chocar con la opacidad de un muro.
La luz es opaca, la sombra es transparente.
Sumerge en su oscuridad cualquier sospecha.
Deja pasar el trémulo negro a través de todo,
como un manto suave y liviano que cae.
Pero la luz acusa mi día
con su dedo apunta cuenta las cosas.







La roca cae sin sonido montaña abajo.
Los días pasan como páginas de luz,
como gigantes páginas de luz.
Esta gran lluvia de sonidos, arañas y zancudos: las primeras puertas en abrirse.
Los pájaros, aves que a veces maldigo por hacer tanto ruido en las mañanas.
No dejo que avance el tiempo, no me dejo recordar sueños así.
La despoblada aldea cerrada de la cabeza no contratará a agrimensor alguno,
porque sin querer nacieron en ella todas esas tierras,
sin querer tanta imagen irreconociblemente familiar,
tanta luz involuntaria adentro
y fuera el amanecer que se viene encima
como una marea
como una corriente,
como una especie que emigra hacia otro clima.







La noche se drena con la luz y las lluvias blancas del amanecer.
La noche puede evitarse durmiendo en el día.
La noche no quiere cegarnos, sino que necesitamos ese tiempo para esconder los cadáveres bajo los párpados, en el archivo recuperado del basurero vaciado.
En alguna glándula transita un pequeño miedo, una insignificante instancia de vergüenza o de autorrepresentación.
Clan de la dispersión, del penoso arrastre de las relaciones.
Como enfermos terminales: sin cura y que hay que cuidar.








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21 dic 2011

Pabellón 3

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Pabellón 3

fuerza,
de todo
fuga de nervios
lo pasamos espléndido
pero nadie ahí es
estupendo

solo una atención constante
a las ventanas

las frentes
apoyadas en el vidrio
no alcanzamos a prosperar
ni a estar felices
pero hay una cabra dando vueltas
y nos visita de vez en cuando


Pabellón 3

los sordos gritan
y quedan mudos
luego gritan
de otras formas
con gestos que se van instalando
para siempre

la resignación expresiva
o la comunicación desesperada


Pabellón Mío

otras cosas
nos vaciamos
nos drenamos
y nos ponemos vulnerables

el decir, todo el decir es vergüenza


Pabellón 3

vergüenza y nervio
que son suficientes, luces
luces, luces


Pabellón 3

despertar llorando
porque el salón,
porque la tarde,
el dormitorio, el conchasumadre

despertar llorando
porque no hay nadie diferente en
alguno de los veinte catres.


Pabellón 3

los colchones acumulados
las sábanas y mantos
los cubrecamas
la frazada extra

el mañana
el tarro
el gorro
las monedas


Pabellón 3

el ruido de la palabra
que no se dice

el ruido de dormir
y de mañana


Pabellón 3

lluvia intermitente
rutina de alimentación con panes redondos
mantequilla, cazuelas, leche

sin novedades en la conducta
pediculosis


Pabellón 3

filas hacia una puerta cerrada
ventana con barrotes
el día y el patio
¡están ahí mismo!
pero las visitas son pocas

salir al patio cada semana
asistidos por
tías.


Pabellón 3

Nada macabro
todo tierno y tenso
por el flujo violento,
que es posible abrir,
debido a frustraciones
ataques, aburrimientos
autoreprobación
desafíos, amenazas
defensas, descargos






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Trayecto

Algarrobo - Santiago, Lun 25/07/2010



Las rocas iluminadas, un gris amarillento,
montañas blancas nunca antes nevadas
por los inviernos.
La hacienda con la virgen del cerro,
los accidentes, el ancho de chile visible entero,
los carabineros controlando,
las cientos de salidas.
La viña indómita y los peajes demasiado caros,
lentos, sus funcionarios mal pagados.
Había llovido el día anterior, casi una tormenta
y ahora su rastro trasparente , blanco, húmedo.
El barro, el contraste, las líneas de árboles
bordeando la entrada a una parcela, a un campo
Las líneas de árboles, los arbustos, los árboles,
sin importar sus nombres, masas verdes y húmedas
que no alcanzan a entrar en mis narices resfriadas.
Santiago acercándose, los humos a lo lejos.
¡El smog es un color como un incendio
es un espectáculo!




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14 dic 2011

5.000

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Una lánguida y triste calma suele caerme cuando paso a echar bencina. El contador está en cero. Miro el rostro rojo en el billete que me dice: "Ahora no veo ni cuna ni niño, y el mundo me tengo por desvanecido. Grito a quien me ha dado el mundo y el hijo, y despierto entonces de mi propio grito." El silencio que aparece al apagar el auto se me acuesta encima. Solo una lívida, blanca pena me pondrá a dormir. Un sueño mudo y el abismo. La calle se agrieta con mis negros pensamientos.

Cuando te hablo siento que mis palabras caen a ti como en un libro roto, o atravesado por alguna lluvia que arrastró toda su tinta, de las dos formas ilegible. Cuando te hablo siento mi discurso como un balbuceo, como cuando en un sueño no sale la voz, el grito, los pasos. Cuando te hablo me deshago en esfuerzos por sonar esperanzador y reabrir tu amor por mí, pero esa fuente está drenada, seca como una pasa, o, te pregunto, apresada, contenida, ahorcado por tu orgullo, por tu miedo a que yo ocupe de nuevo tu alma.

Ah y el billete rojo que se va de las manos, la llave que llega de vuelta junto con la blanca boleta. El billete rojo que entrego y las luces rojas que vendrán, las lentas frenadas con su chillido. La roja cascada que emana de tu zorra enferma. Y yo soy de los que para quien es un frenesí lamer esos pliegues durante esos días.

Ah y tu zorra y tus tetas, y tu culo y tu boca, preciosos, perfectos, como una tijera, como un veneno, una extendida colina de pasto azul. No pude tocarlos hoy y cuando me ves llorando callado en la ventana te haces la tonta, tienes sueño y trabajo mañana. Luego cuando te vas te dejo en la puerta de tu auto. Vuelvo a mi casa y cierro con un portazo sinfónico. Me arrepiento de mi reacción y te mando un mensaje de rabia, de pena hambrienta, a ver si llega alguna respuesta. Me asusto, ya voy en mi auto camino a tu casa, siguiéndote, gritándole a las luces rojas, llamándote, cinco, seis, siete veces y contestas. Te hablo con llanto para que te compadezcas, te explico lo mucho que he hecho por recuperar tu amor, todo el orgullo que me he tragado ante tu intermitente indiferencia, pero me sigues diciendo te amo cuando culiamos, y después de nuevo, y entremedio de una y otra también.

Voy llegando a tu casa, tu estas saliendo del auto, desconectando los cables del ventilador que se queda pegado. Ven, sube, y sigue el discurso; que te amo, que tu también porque te gusta verme porque me sigues llamando y dándome la parte, entonces por qué esas repentinas estocadas de indiferencia. Pero si no te pido apoyo, no te pido contención, solo una mano en la rodilla, cuando el mundo se me derrumba. Solo unas palabras de empatía cuando se me muere el perro, cuando imagine tristemente el ocaso de los que amo. Pero todo es así, mostrar debilidad es entregar poder, y cuando de ese poder te aburres, lo botas. Yo me quedo con no se qué, con deseo de desvanecerme, de dormir cincuenta días y llorar treinta más. Me quedo manejando de vuelta, con un beso en la mejilla que me dejaste. Y yo que quería una chupada de pico a cambio del caño que te guardé, el que fumamos hoy día.



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11 dic 2011

Choque, Excusa, Abrirán nuevos bares

Trés poemas inconexos
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Choque


El gesto congelado de una enfermedad.
Un gesto congelado me recuerda lo
palpitante que es el paso por el cuerpo.
Todos arqueamos la boca, abrimos los
ojos, miramos al lado y saludamos
desesperados.
Todos buscamos manos y lamentamos
los finales;
de un buen rato
de una vida
una mascota
un gato atropellado
en frente, recién.

Una línea de no cruzar
porque un choque puede ocurrir.

El cuerpo
El cuerpo tirado
después de un accidente
con su manto encima.
¡Son uno!
Todavía no llega la familia
y la piel se pega al plástico
por condensación.

La manta naranja de la muerte
Tú no tienes dónde caer.







Excusa


Rompemos los vidrios sin recoger los pedazos. Derramamos sin secar y fumamos sin ventilar, con tos. No hemos despertado mientras en el centro de la ciudad marchan miles, avanzan, el club de la corriente. Soy otro, exaltado pero indeciso, prepotente y vacío, cada vez menos. Sin embargo, ese espectáculo, la infección marchando por mi voluntad, es para mí abrazador e inevitable, inmovilizador. Me desnutro, marchantes, me he deshecho antes de salir a la calle. Y es así, conmigo, como se opacan generaciones, pueblos, tiempos. Un motor dando pana.








Abrirán nuevos bares


A pesar de la noche sin viento
y de los gatos.
Los motores que siguen funcionando
los hospitales y bencineras abiertas
más caros que nunca.

A pesar de ti y tu odio,
de cómo me has transformado
en el pozo árido de tu decepción,
mañana se llenarán de nuevo los parques,
se reabrirán los gritos
y despertarán juntos mil matrimonios.

La alfombra humana seguirá
enferma y condenada
sin esconder más
que una cicatriz en el terreno,
pero
abrirán nuevos bares
gente todavía dejará buenas propinas
limosnas
y los talleres de mecánica automotriz
abrirán de nuevo
estridentes
aceitados
negros.




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El ciruelo negro oscila y otros pedazos

Transcripción semi arbitraria de apuntes cortos

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El ciruelo negro oscila,
una oscura puerta flotante.




contando pelos
cada uno contra un pedazo de aire
diferente




La lluvia de humanos
una violenta toma de conciencia.




Esta máquina al lado mío
luz de la piel.




Entrego mi materia a los gusanos que despejarán
mi esqueleto develándolo ante nada más que a la
oscuridad de la tierra, el aire poblado de la ataúd.




El botón más gastado de un ascensor
es siempre el para cerrar las puertas.




En mi casa un silencio perfectamente amenazador. El sonido de una cuchara contra losa delata a mi madre comiendo en el baño. Helado, todas las noches, ¿por qué no engorda?




"eres un patúo que se despierta a las cuatro

prefieres vivir la vida acostado en vez que de pie"




El cuerpo que está a mi lado inconsciente.




Recuerdo desde aquí la cara, las tetas, el culo, la vagina, el amor de mi mujer que duerme en la pieza contigua. Me vine a fumar unos cigarros. Allá le dejé la ventana cerrada porque estaba entrando la helada. Acá, bueno, nada, escribiendo, a ver si me da sueño.




Quiero sacarte a fiestas,
ahora que se acabó la noche,
ahora que fracasé con gracia.




Yo no marcho por el amor ni por la verdad,
espero que la pena no pese tanto,
sino que florezca con la vegetación.




Todos en mi casa despiertan llorando,
menos T. que no despierta hasta la tarde,
alcanzan sus medicinas
welbutrín y zolpidem
rabotríl y seroquel.
Mi madre con desastrada cara
parece borracha cuando dice:
"Buenos días."




Los perros
que están
al frente de la blanca
municipalidad
un domingo
cuando nadie va
ni viene ni espera.
Los perros solos
dos perros
merodeando en la entrada.




No he entrado a la ducha en dos semanas
C. no ha querido venir a dormir
solo ha permitido
citas en su auto
donde no cabe el sexo,
maldito suzuki maruti.




Dar vueltas por mi casa pensando
¿Qué he extraído de todo esto?
¿Cómo destilar esta niebla?
¿Por qué no me ha llamado?
Le he dado demasiado poder,
trazó su país en el centro de mi orgullo.




Quiero colgar campanas a los árboles,
cuidarlos, cortarlos, quemarlos.
Quiero hacer de mi vida un pedazo de aire,
reciclable.
Quiero pedirle ayuda a los siglos;
que martilleen más fuerte
que claven más remordimientos.




Espero el sueño escuchando
la noche: un arpa sin cuerdas,
un desmayo sin caída.

Todo es violencia en mi cabeza;
un fluido estruendoso
de dolor y derrota.

He cortado los callos de mis pies
con un cuchillo
para mascarlos un rato,
irlos triturando de a poco
y luego escupirlos
en el cenicero.




Mirar desde el agua hacia afuera
desde el órgano más interior,
el por más órganos rodeado,
el más oscuro y sumergido.

Navidad

Procesión




La súbita entrada de la verdad,
la violencia de darse cuenta
que las deudas se acumulan y arrastran
desde la luz a la descendencia.




-

Toilette

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en el baño
un enjuague bucal derramado en el suelo
junto a pelos sobre baldosas blancas

el líquido azul fluorescente
se está secando
se está secando el baño
hay una ampolleta de seis funcionando
es un baño de bien pero descuidado

un baño que ocupamos tres
y limpia una

¿por qué ha dejado
ese enjuague bucal derramado
ya por cuatro días?

¿cambiaré las ampolletas?
a mi no me ha molestado,
esconde las espinillas.

ahí van las hormigas
por los surcos
que separan las baldosas

el agua se pega

los humanos somos
agua oscura
una caverna acuosa
e insondable por dentro
si no es con intrusos instrumentos
médicos, mutilación
o autopsias, que no cuenta.

nada cuenta
solo huéspedes microscópicos
enfermedades

la música espera
en la pieza de al lado

para no interrumpirla:
no prendo la llave
ni tiro la cadena

eso muerto y levantado
desde el papel a la atmósfera
por donde se propaga

sí, la historia reconsiderada
sí, la conducta velada

el deseo: decapitado

sí, la vergüenza transformada
en dardo

el brazo: roto
la flecha: doblada
la clave: olvidada
la llave: sin referencia

¡y! austeridad relativa

no reconocimiento
enfocar en la oscuridad.



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8 dic 2011

Hoyo

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Que la boca sea un hoyo
separado del gesto.
Que parezca un hoyo más en el cuerpo.
Que no sirva para hablar,
los basureros no escupen.
Que caigan en ella cosas
como arrastradas en un día de lluvia
por los costados de las calles
hasta las alcantarillas.
Colillas, boletas, hojas, peste.
Envoltorios, ramas, pelos, tifus.
Todo en un hoyo vacío.
Un hoyo solo, ¿dónde está eso?
Un hoyo sin paredes, la boca.
Un yo, un hoyo, un claustro en el aire.

Que la boca se abra para decir un hoyo.
Para ser llenada como un estanque,
para guardar aguas servidas,
con sus microorganismos y enfermedades.
Que la boca acumule hedores
que se huelan con el alma.
Que la boca guarde traumas
y no diga más que ahogos.
Que esté abierta siempre,
que no hable, que se abra.
Que al fin la palabra
no sea más que un hoyo,
una ausencia, una maleta abandonada.
Y cuando hayamos tocado el vacío
sea ella la que nos recuerde
que apenas dijimos casi nada,
que así pasa, que no hay calma.


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Für Alina

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Alina:

Cortaré todas las cuerdas de tu piano.
Veneno en los aliños. Haré de tus jornadas
una plegaria de incendios y derrumbes.
Cambiaré tu sal por vidrios. Robaré tus
libros y mancharé tus cuadros con petróleo.
Asustaré a tu madre simulando en su
departamento un atraco para acelerar su
muerte. Un ataque cardiaco sea bienvenido
a mi lista de crímenes. Ya no soy yo, tu sabes,
he cambiado. Habla a través de mí el mal de
mil siglos. Tú me contactaste con él, mi guía.
Ya no quiere verte tampoco. No queremos
verte pero sí opacarte, disolverte en tinieblas
y arrancarte de tu relativo éxito. Será un
placer verte morir con nosotros.

Lázaro
11/02/2010



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Tu Eres El Imperio (fragmento)

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Convocados presentes, la ciudad está a sus pies y aunque es resbalosa pueden recorrerla sin cuidado, sin o si es que creyendo. Pueden estornudar y patinar en ella. Pueden inyectarse conciencia por un momento, al ver a sus vagabundos y drogadictos. Ustedes tienen el tenedor abierto, el bufé libre de adicciones. Un descompromiso tremendo pero también un privilegio.
    Suyo el imperio
    Suyo es el imperio
Suya es la calma al destruir y el derecho a soberbia al construir.
Suya es la boca que pronuncia el discurso
Suyos sus gustos y músculos, su saliva y glándulas.
Suyos los nuevos dientes y los viejos también si los guardan.

He ordenado a mis agentes garantizar vuestra permanencia, imperecederos.

Suya es su piel; perfórenla si quieren, entíntenla,
             véndanla, córtenla, tóquenla y
             déjenla ser tocada, ejercítenla,
             manténgala tensa a medida que envejezcan.
             Conozcan sus protuberancias, costras, juanetes,
             pelos y uñas encarnadas, sus arrugas, espinillas,
             cicatrices, sus vergüenzas.
             Conozcan el curso de las venas que sobresalen.
           
             Imagínense, hacia dentro, la continuidad de sus huesos.
             Observen los pliegues que aparecen cuando mueven sus
             articulaciones, cuando tocan contra algo.
             Su piel; observen como se seca, sumérjanla en pegamento,
             colafrías, neoprenos, ropa.
             Hagan de ella un mapa sin nombres.
             Cuélguenla de ganchos, arneses, cuerda.
             Cúbranla de hojas, reemplácenla por corteza de árbol.
             Fumíguenla, déjenla ser llovida, nevada por la intemperie.
             Rastreen su decadencia, sean cómplices de su dudosa
             apariencia, sométanla a exámenes médicos, aunque
             haya que esperar y pagar.
             Localicen sus lunares; benignos o cancerígenos,
             opérense esos últimos, guárdenlos en un frasco.
                 
             Imagínense hacia dentro, la continuidad interna
             de su aspecto,   ¿Responde a aquellas vísceras
                                        su gesto?
             ¿Responde a esa oscuridad tremenda su envoltorio?
             ¿Acaso no está al tanto de la noche permanente
             que su piel esconde?
             ¿Acaso no sabe que por dentro somos negros?
           
             Bajo esa piel, en esa oscuridad,
             acontecen las más violentas batallas.




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16 nov 2011

Transcripción miscelánea

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Compré el medicamento con la plata que me pasaste. Aquí esta el vuelto.

Un Beso.
Pepe

P.D: Era solo una herida, sin infecciones ni nada.


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La butaca de mi auto se ha rajado y desde su interior se asoma paja que áspera me raspa el codo y el brazo hacia arriba. Espero adentro que pase la hora del taco y escucho a los que arreglan bicicletas. Cae un metal contra el cemento y suenan planchas, motores, voces. Una rueda sin rayos, una silla, nadie sentado, varias bicicletas. El perro que pasa y mi madre que está en la casa, atacada, invadida por los estertores de la vida, dispersa y lívidamente enojada. Su esposo llega en la noche después del trabajo y la mira con asco. Mi madre es hermosa pero saca sus pintas: En la mañana con un sueño muerto en la cara. En el centro de la noche sonámbula, tarde y con pastillas encima, triste y fumadora. Quizás su corazón esté desnutrido, quizás es que lleva la marca de la pena en la frente desde que nació, quizás dos matrimonios, quizás la vida que reveló sus secretos una sola vez y en una explosión, quizás yo que no la abrazo hace tiempo, el silencio de la casa, abrasante o interrumpido con violencia, mi hermano y el sentido vaciado, los colegios, las cuentas y las deudas, las chalas, la colación, la calefacción central y el refrigerador. Por favor, que no sean enemigos del alma, todas esas cosas, ritmos y pasos.

El día sigue, me salgo de este desmayo. Levanta la vista hacia los autos y el cableado eléctrico, están ahí para ti, tuyos. Se estacionan para ti en la noche. Rómpeles un vidrio, córtalos, tírales animales y escupo. Roba las flores y regálalas al suelo. Son órdenes del tonto adentro que solo se deben obedecer en privado o cuando nadie esté mirando más que las víctimas. Un delicado proceso, por su confidencialidad, pero violento por sus consecuencias; la intimidad retorcida en la vía pública, un secreto sórdido. El egoísmo y el mal abriendo a cuchillos al deseo. El abrazo.



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Quiero que todos me sientan olor a ti, olor a sexo y a vagina en el bigote. Quiero llevarte a las discos y no hacer nada ante los hambrientos por tu belleza. Quiero vivir contigo, sacarte una oreja, abrirte el hoyo, prepararte arroz. Quiero que estemos viejos y morirme primero. Quiero tener una hija, darle al mundo una niña como tú. Quiero hacer un picnic en una montaña. Quiero culiar en un día de treinta y cinco grados y quedar sudados enteros. Quiero ser agua. Quiero ser una cascada que caiga desde tu vagina. Quiero convencerte de que no te mates, de que la vida es un milagro y la única oportunidad para emocionarse. Sabes, después seremos gusanos, tierra, flores, inemocionables pero evocadores para otros llorones como nosotros.


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Cuando se corten todas las luces
y los ejércitos deambulen con linternas
condenadas por la resistencia de sus baterías,
quiero estar contigo y mi familia,
esperando desesperados
una esperanza apenas
un aullido
una grieta benigna
quizás dejar de esperar,
pasar de los recuerdos de dolor y derrota,
dejarlos a un lado
por la última tarde
que se transforma en noche.


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dieciocho


llena una copa
culea en la calle
estira la noche
grita por chile
olvídate, no es tuyo ni nuestro
apaga el celular
mira alrededor como una cámara de vigilancia
trata de bailar, lógralo
las jóvenes: jodidas
caminando, buscando
o colgadas de un brazo
deja que anden
que camine todo sin ti
que brille el enemigo
que brille su auto
sus dientes, su camisa
deja que se hundan cosas
que se caigan muelles, puentes
y se tapen túneles
traiciona a un amigo
miente, viola
laméntate un poco
aventájate por la ebriedad de ellas
siéntete viejo, joven
y desea que todo se derrumbe
derrita, explote, desaparezca
dile adiós en tu mente a tu familia
a tu nueva sobrina
al tío y al hermano locos
besa a la nada
haz de ella una propiedad
y arriéndala a los seres queridos
¿tienes novia, familia?
aliméntalos de olvido y anestesias
haz una autopsia a tus recuerdos
velos muertos, abiertos, con tus propios ojos
baila sobre ellos como sobre aserrín
derrama un vaso y otro
no huelas los eucaliptos
no te contagies pero
celebra, lamenta, olvida, inventa
nada vendrá a ti excepto años
y en un punto no más años
vístete
puebla
descansa.

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7 sept 2011

Tú Eres El Imperio (pedazo)

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A partir de la luz
y la lluvia de estragos que caen
desde el cielo y el horizonte, tú eres el imperio.


La luz atraviesa lo nublado sedándome desde encima
pasa por el horizonte limpia hasta acá
lloviendo en mis ventanas
cortándome la vista como vidrio
recordándome los cadáveres de la memoria
que alimentan los gusanos del hastío
el pasto del enloquecimiento
la hoja de la desaparición.

La luz que llega es suficiente para juzgarme
como fracaso y sobresalto
como instante.
Querer acarrear el cielo hasta el mar
en un canasto lívido de cansancio.
Querer mentir para salvarse,
decir me muero por ti sin un plan de muerte.
Entrar cantando en mil bares sin reírse.
Murmurarle a los recién nacidos canciones persas sin maldecir
más tarde.
Pasar por ahí sin pensar en algo
Pasar con la certeza de estar pasando a mejor vida.

Hoy la pregunta es más grande y dañina
se me van las mujeres y las frazadas,
amanece demasiado temprano,
no me atrevo a despertar de nuevo.
Los ojos se me pegan y entumecen,
el sueño se me ofrece,
pero me aferro a la mirada amoratada.

Cada vez más blanco, siempre la palidez y no el brillo.
La luz cruje en las gotas que dejó en las hojas la lluvia de ayer.
La silueta de la ciudad viene a reemplazar todas las furias.
El tráfico es poco todavía pero ya tan violento y nervioso.

Si a la ciudad le falta sangre es porque a la gente le falta derramarla.

Esas venas no son de piedra.

El misterio es la asfixia de la libertad,
la que ella lleva a los cráneos retraídos,
la que ella lleva consigo, con las ranas y los grillos,
con la luna y los aullidos de los perros del barrio.

Este día hecho de tarde.
La noche el jamás abandonarme.
El fierro de los estertores;
la cuna del despertar.
La noche será unos muslos afilados,
un trato con la traición.
Traiciono la oferta de mi sueño
por el desprecio a despertar.

Muy oscuro, demasiado oscuro.

Esas pastillas te dejan tremenda,
equilibrada y optimista
aunque en la cama indispuesta.
Está bien, no estamos juntos,
puedes dejar a un lado el sexo
y flotar decidida en la carrera de la productividad.
Las penas y los péndulos no te abandonarán.
Lo escondido y lo estancado pasarán a ser más ciertos.
No todos los nidos dan nacimientos.

¡Que grave es confundir una forma de ser con una enfermedad!


Que hermoso;
los cerros son moretones
las nubes acarrean entre ellas pedazos de cielo
la procesión pura de un ejercito lívido y
lúgubre se me antoja, pero no teñiré
de penas este hueco
entre una y otra angustia.

Que violencia tan lenta
ser la vena de un árbol
ser un tajo en el tiempo
ser el vértigo de un destino
un muelle y no un puente
una cueva, no un túnel.

Que violencia el cierre
cualquier final que choque
contra un camino sin retorno.

La vida, por favor que no sea al final
un muelle sin embarcaciones
con tablas tan rotas que ni dejan recorrerlo
con gaviotas sin nombre anidando en la alfombra de su propia mierda,
chillando en los oídos aterrorizados de un balneario fantasma.

La vida, por favor que no sea al final
una cueva en esa misma playa del muelle y las centinelas cagonas,
una cueva hedionda a mierda de vagabundos marinos y de turistas con relajados modales
en que se atrevan a follar amores de verano y a pasar el rato drogadictos.
una cueva en la que los niños quieran fisgonear pero sus padres no los dejen
una cueva para las moscas, los zancudos, las arañas y los murciélagos.
una cueva para los gusanos, al final
donde se haya ido a morir un perro
y que los lobos de mar desprecien.

Que la vida no sea al final la cueva ni el muelle.
Que la vida no sea la vida
que no sea para morir ni descomponerse
que no sea para penas ni traición
un secreto cada día más gordo
creciendo como un tumor
silenciosamente violento
cuya metástasis haya alcanzado los huesos
cuya noticia destruya a una familia.

Que la vida no sea esperarte
ni celebrar ni olvidarte ni aprovechar
lo que entre tú y su comienzo se ofrece.
Que no seas tú ni comience nada.
Que no tengas nada que amenazar
ni empujar por la primera y única puerta
que se abrirá de nuevo jamás.
Que no se ofrezca ningún milagro
para que no sea nada tuyo.
Que la vida no sea al final un final.
Que no sea sin querer.
Que no sea un regalo ni un arriendo.
Que no se devuelva el aliento al aire
ni el cuerpo a la tierra o quemado al viento.


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31 jul 2011

Labra

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Quizás, quizás a él le cobras más. Quizás ella es tu amiga, quizás es tu hermana. Te llama alguien justo cuando terminamos, te subes el sostén. Yo quería quedarme adentro más tiempo. Y me dices vamos, y me dices que estuvo rico. Yo te pregunto en verdad y tu me dices sí, no confío realmente en tu respuesta, pues no percibí un orgasmo en tus gemidos. Llegamos. Yo te digo acá te dejo mientras veo a tus amigas correr a tu encuentro, a buscarte, diez metros más allá. Van a comer algo. Las veo, son hermosas igual que tú, pero rubias, tan altas, quizás más ahombradas, quizás menos Javieras. Yo te quiero a ti de hace dos años aunque parezcas hombre. Tu cara no es de hombre pero eres muy alta. Todas tus operaciones saltan a decir: fuimos realizadas.

Te bajas, y las saludas, sin abrazos, sin beso. Dices: voy a buscar mi chaleco. Te dicen vamos y todas corren a una esquina de un edifico a buscar tu chaleco. Tu vestido fue y es el de siempre, con una argolla en el vientre, que dice: Javiera. Una O detrás de Javiera y de Peñaloza y de Labra.


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Para Dos Seres Queridos.



Me gustaría decir, entre tan poco
que te amo y quiero visitarte
en tu casa,
con sus muertes encima
con tu pena abismal por la muerte de tu abuelito
con tu desengaño abrazador por el descarte de tu padre
quisiera decirte, entre todas las cosas
que te entiendo y caigo contigo
en el palpitar triste de las familias que no funcionaron totalmente
en el avance lentamente violento de los sentimientos

Él te hubiera ayudado a hacer esos trámites
pero tuviste que hacerlos sola y yo no te ayudé
porque estamos parcialmente separados
y yo te extraño tanto
y sé que nos vamos a juntar de nuevo
y el milagro del amor reabrirá los buenos tiempos.

Mi amor, este paso de los hombres por la tierra
esa pregunta persistente por la ultratumba
son, al lado nuestro, ricas y urgentes preocupaciones
caminos que se abren con gigantes incógnitas de tierra.

Nuestra pregunta es sagrada
y el tormento que cae cuando nos damos cuenta
es sagrado también, es el cielo gigante
al que miramos buscando a ese dios
que por lo menos echamos de menos.

Te amo, hermosa, vientre que me espera
Las tragedias suceden tantas veces entre multitudes,
y mientras algunos transeúntes llevan encima ese mismo cielo,
nosotros acariciamos el recuerdo doloroso
que hace al presente envolver tanto sentido.

Esta vida contigo, hermosa
es un regalo tan bello;
como la pena sin razón
como el despertar con calma
y ver el día abriéndose como una flor
Contigo abro los ojos como floreciendo
y miro, más lejos, el aire totalmente transparente
que respiraremos juntos más adelante.

Mi hermano está muy triste, de verdad
a él la realidad le cae encima torrencialmente
Gracias a Dios por su inteligencia
por su relativa templanza y sentido del humor.
Quisiera ayudarlo de golpe, decirle
mañana, mañana, mañana
día que empieza
tu mente es hermosa
y tus sentimientos tan puros, inevitables
imprescindibles.

A él también lo amo muchísimo
y se parece a nosotros a veces
cuando pelea consigo mismo
o contra el sueño y los días,
enormes páginas de luz
donde se escribe una historia velada.



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Al fin mi casa está abandonada. Han salido de vacaciones los integrantes de mi familia. Hecho de menos a mi madre caminando sonámbula en busca de comida, a la tina inundada en pelos de mi hermano, los líquidos derramados en la cocina, secos porque nadie los saca. Hecho de menos el ruido de la madera con los pasos, hecho de menos los pasos. Cuando mi casa está abandonada, un nuevo orden prolifera. Las alfombras exhiben sus manchas, la capa de cera en los suelos es más transparente, los animales gritan menos y la temperatura es más homogénea. Las puertas están cerradas o abiertas pero no entremedio, y los perros no entran en busca de comida ni me siguen a mi pieza cuando me llevo un plato. El refrigerador es abundante mientras las cosas vencen, nadie las toma porque algunas siempre fueron inútiles, compradas por si acaso, por si hambre a deshora, por si la gula seduce la boca seca de las farras.

Acaso las cosas derramadas son el mayor palpitar de esta casa, en ellas se presiente un tránsito errático y acomodado, descuidado y acostumbrado. Esos derrames, los líquidos todavía brillan. Esos derrames significan que tendrán que ser limpiados. Habrá alguien limpiando mañana. Ni siquiera se asoman las cacas de los animales, porque ya no buscan compañía, salen de vagabundos o se quedan afuera. Muchos de ellos están viejos y gordos. Duermen mucho y en el mismo lugar por meses, luego buscan otro y otro, cada uno siempre disponible y con diferentes beneficios. Cerca de la estufa, cerca de la pared que colinda con el horno de la calefacción, encima de un montón de ropa usada, encima de una habitada cama. Hoy nada de eso les interesa, pues no se cumplen las medidas que activan las comodidades de la casa, ni siquiera para los animales, ahora empiezan a mirar a los pájaros. Los jóvenes tratan de cazarlos sin lograrlo. Se persiguen unos a otros y se aburren de ladrarle al silencio, que suena por contraste.

No hay a quién robarle cigarros, ni a quien abrirle la puerta para decir nada. No hay conflictos ni frustraciones, todo es demasiado fácil. Esta casa desnutrida, tienen que acabarse las vacaciones.



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18 mar 2011

Llegada a casa

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Llego a las seis a mi casa y saco un vaso de la cocina para llevármelo a mi pieza. Antes de echarle agua y después de un ruido aparece mi madre en el pasillo sonámbula y tambaleándose en dirección al refrigerador. En un pijama de bata y con un rostro de una vida de noches se acerca y yo me escabullo antes de que me vea. Salgo por la puerta de la cocina que da al patio, me doy la vuelta a la casa por el jardín viendo que hay luces que quedaron prendidas y entro por la puerta principal. Una vergüenza triste, una noche tonta y tremenda.

Te amo, hermosa y destruida, por los años conmigo, por los años de mí y por mí. Quiero pedirte perdón mañana. Quiero una cicatriz de ti en el costado del torso.

Suenan puertas, la madera del suelo y las bisagras. Hay tanto insomnio en esta casa, hay tanto guardado en los rincones con las arañas. Mi madre ha estado ordenando la bodega. De las cajas con juguetes y peluches salen, tus manos las esquivan y echan. A veces las matas pero como haces la tarea en el jardín no es tan importante matarlas. No vivirán sin rincones, sin polvo humano. Botas tan pocas cosas, hay tanto insomnio en tu cara. Paloma se entretiene con juguetes viejos, con ropa, con máscaras, con partes, con ruinas hermosas.

Las siete de la mañana me calman. Quiero quedarme dormido pensándote, esperando poder decirte mañana. Mañana, decirte mañana, mamá, decirte la palabra mañana.



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Alejandra y Millay, Jako Night Club, Pta. Arenas

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Mis tragos valen dos mil la cerveza y cuatro el combinado. Cinco lucas el copete que se invita a las mujeres, cualquiera. Dos lucas de comisión por cada uno. En total le invité cuatro y para mí cinco cervezas. Un poco arruinado, pero con su número la llamo a almorzar, a comer algo. Me invita a conocer a su hija. Le digo que no soy ambicioso, aunque también que hay que emocionarse por todo en la vida. El corazón y la mente, ¿la legal? La legal, y bueno, qué música te gusta; depende del momento y del ánimo. ¿Qué música te gusta en este momento, en este ánimo? ¡No me acuerdo qué respondió!

Te vas porque te pido perdón porque no me queda más plata para invitarte. Te miro intentar con otros; más torpes, más rápidos, más pobres. Y disfruto mientras me deshago en la silla, mientras deseo haber consumido otra cosa, además, te miro y te encuentro cada vez más bella. Tus piernas son tu fuerte, tus tatuajes se acostumbran a la vista como se acostumbraron a tus días. El hombro, el omóplato, la teta, en la muñeca junto a tus cicatrices. El suicidio te parece algo valiente, la resistencia, el levantarse también. Te parece algo feliz, algo vivo y palpitante y con sentido. El suicidio de tu madre fue valiente. Al fin lo hizo. Al fin te matas, vieja, por qué amenazaste tanto, acaso no te atrevías, todas esas veces. Acaso el cumplimiento, la perseverancia en tu deber, que era matarte, construye tu nobleza, inalcanzable, destruida puesta a cuestas en tus emociones y tu persistencia. La recuerdas de ahorcada, hace veinticuatro horas, olorosa en la sala. Me avisó mi hermana. Te avisó tu hermana. Se murió la abuela, Millay, le dices. No recuerdo bien si ese es su nombre, pero la abuela se ahorcó.

Mira estos peñiscos en mi muñeca, son mis mejores tatuajes, mis cicatrices, peñascos en mi cuerpo que aborda mi historia como una marea. Mi cuerpo dice mi edad, mi pena, mi hija, aquí donde la ves, ocupada, bailando con otro, con su traje árabe de baile del vientre. Tú baile del vientre, tú la tuviste en tu vientre, yo la deseo, a tu hija, pero quiero verla en tus ojos, no en la pista de baile con el moreno que ni he visto invitarle un copete. Ví a tu hija enviando mensajes de texto.

Sé que la vida se extingue como se extingue un idioma indígena, como se extingue el papel mural de una casa abandonada o muy usada, como quedarse mudo, como la noche, siempre el reverso de la carta, igual a todo el mazo. La espalda de todos, avanzando en la misma dirección. Toma la muerte en tus manos, suicidarte, la única forma de controlarte, vida, mientras tú, hermosa, tratas de conseguirte otro trago de otro hombre, lo besas, no me duele, quiero que te compre un vaso, me voy, tu hija, quiero despedirme de ella, ni siquiera la he saludado. Solo la vi en la pista de baile y en tus ojos, un poco. Debo confesar: la miraba más lascivamente antes de saber, antes de que me dijieras que es tu hija.

Te digo, atrevidamente, que el sufrimiento es el sentido de la vida, la pregunta de la vida; la pena, la razón de la resistencia. Tú me dices que no. Nos besamos, tu boca huele a una vida de cigarro y cerveza. Te beso tiernamente porque no se besar de otra manera. El primer cariño que te hice fue con un cigarrillo en tu antebrazo. Quiero comer contigo tallarines y leerte esto explicándote que no es más que una confesión, un ofrecimiento puntudo pero patético.

La otras prostitutas, negras, gordas o gigantes, no son nada al lado de ustedes. Alejandra y Millay, hermanas, madre e hija. Quiero decirte que soy cuico, tímido y oportunista, que soy inmaduramente indefinido, pero no lo hago. Un puta gorda chilena revienta dos botellas y un vaso contra el mesón de unos viejos borrachos y sinvegüenzas. Me dices: me voy a salvar, te digo, te espero, pero más que a ti, esta vez espero a que se me acabe mi último billete en cerveza. Tu regreso a nuestra mesa, nuestra mesa. Aquí también estuvo tu hija con el moreno. La vi la miré desnuda hasta que me dijiste que era tu hija, crucial información. Igual que cuando te pregunté qué es lo que más te gusta de la vida y me dijiste: "Ver a los míos cambiar", o cuando te pregunté, al principio de nuestro banal nocturno encuentro, acerca de las drogas y las adicciones, me respondiste: el sexo. Eres bella, eres vieja para mí pero no para la muerte. No te mates, ni te conozco y te lo digo, no te mates, Jana. Te veo fuerte, hermosa, parecida a tu hija, que no puedo evitar mirar cuando es posible. Se escapó de la tuición de su padre para venir a vivir contigo, junto a tres otras colegas, trabajando de esto y estando ahí la una para la otra. Sé que no son prostitutas, eso es muy sencillo. Sé que no me dirás tu apellido, que no me voy a atrever a preguntarte si te acostarías conmigo y por cuánto. Sé que tu hija no es para mí porque debe enamorarse de jóvenes diferentes a su papá, jóvenes ingenuos y respetuosos, inpervertidos e invertebrados, perfectamente amorosos y no decepcionados de la vida, no suicidas como yo ni como tú ni como tu madre. Jóvenes que no vengan a estos lugares, el club nocturo Jako, en el barrio rojo de Punta Arenas a las cuatro.

Me levanto y voy a despedirme de ti. Hay poca gente para lo grande que es el local. Quisiera despedirme de tu hija, pero por Dios que no se enamore de nadie que conozca estos lugares. Que se enamore de mí, que solo vengo acá para sentir algo, a ustedes, vivas, palpitantes membranas de existencia. No, que no, yo te amo a ti, Jana, a ella la conocí a través de tus ojos y de reojo mirándola en la pista de baile.

Hace cuánto te fuiste al baño, te veo cuando abren la puerta otras que entran. Sales y pasas por mi lado y me dices que te espere aquí y vas a la barra y te sientas al lado de alguien que al invitarte un trago te toca la pierna y el pelo y la cintura. Tú lo besas de vuelta cuando se atreve. Adónde hay que ir aquí para acostarse, al motel de la misma calle.



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9 ene 2011

Mentira

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Me reviento una espinilla en la ceja llegando a mi casa. Las minas de la noche pasaron como en un desfile sin carros alegóricos, como una casa de putas con una sola puta, o con la puerta cerrada. Estoy gordo y sin querer no hago lo que quiero. Miro decepcionado cuerpos de minas ricas. No me saco de encima la mentira, la mula charcha. Mi verdad es simple, no exijo cambios en el mundo ni en sus sistemas, solo cambios en las emociones de la gente.

Aunque manosié una teta con permiso y besé por amistad un labio recorrido un par de veces en la noche. Aunque pedí a una de ellas subir más las piernas cruzadas y agarré su rodilla apretando los dientes, llego decepcionado, decepcionado del sexo, porque no tuve, decepcionado de ti, y vendrá como un amanecer, como una extirpación de un tumor, un día nuevo y sin querer, un pedazo de voluntad desnutrida, un pedazo de humano sin ser humano por elección.

Esta es una noche tonta, un deseo incorruptible de final y de perpetuidad. Esta es una risa mentirosa, un abrazo forzado, un beso por dinero y por resigna, por adiós y por mañana, porque no pasó y por seguir esperando, por tomar para callarse mientras el vaso interrumpe en la boca. Un silencio es más valioso entre palabras que permaneciendo, un silencio debe irrumpir inevitable y no planearse como calma. La calma en esta ciudad, en esta clase, es una pócima indisoluble cuya mezcla no se sabe, un privilegio inútil si no se alza como inalcanzable. La calma, incapaces de la calma. Pero la incapacidad es sagrada, la incapacidad de saber es sagrada, la duda es sagrada también, se soluciona pocas veces en encuentros poco voluntarios y sin durar resuelta mucho tiempo.

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Carta Mamá

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Mira, mamá, este pedazo de noche que se acaba. Me vine en tu antiguo auto, mientras miraba las siluetas de las montañas definirse cada vez más. Estos amaneceres, mamá, me están diciendo algo tan despacio, como una burbuja que se revienta, un insecto pequeño, una espora que sin viento prolifera en un círculo hermoso. Mamá, el ser vivo más grande del mundo es un hongo subterráneo de más de diez kilómetros de radio. No se pueden ver más que pequeños salpullidos alrededor del área tras la cual se esconde.

Esta luz me pareció más o menos bella, aunque me recuerde a todo el insomnio que me atravesó como viento frío el año pasado y este año, aunque me recuerde al flujo violento del tiempo en mis pensamientos, como no poder devolverse en una etapa de videojuego, como que tu angustia no coincida con tu cara y esa máscara inexpresiva te ahogue. Me recuerda a todo eso, a tus mañanas de borrachera y desesperanza cuando te estabas separando del papá, a no poder mirarte el rostro sin sospecha ni dolor. Esta luz que siempre es la luz del desastre, de la nueva jornada punzantemente predecible y triste, es al fin un pequeño delirio de tiempos mejores, de reconciliación, de risa tranquilamente feliz y de inevitabilidad plácida. Mamá y si supieras con quién iba; un cuerpo hermoso que llevo mirando tres semanas, infinitamente tímido de traspasarlo, pero sabiendo que tarde o temprano mi observación se pondría negra al ovalar mis labios para acercarme. Un besito hizo visible la amanecida, mamá, acuérdate, los besitos se me cayeron con la autoestima. No tener nada que ofrecer es rechazar nuevos cariños y esperar que los ya fundados soporten. Se me había caído la ternura en la decepción, se me había caído la esperanza en la tristeza tremenda que marca al mundo hasta en el movimiento de las sombras con el moverse del sol. Esta tristeza tremenda que no rechazo en su origen sino solo en su destino. Rechazo, junto a esta pequeña luz que hace año y medio esta desembocando en la autoreprobación y en la autodestrucción. Rechazo al fin, mamá, que la tristeza que me ha hecho palpitar siempre se destine a deshacerme, a disolver mis intenciones más simples y querer dormir por cuarenta días. Mamá, un minuto pequeño de labio me devolvió a tu vientre y a los días con sus cadencias etéreas, sus livianas páginas de luz, los días, mamá, una cosa tan bella y detestable, por el orden estéril que proclaman inevitablemente, como si hubiera que seguir la jornada marchando. Mamá y al fin un día es un cambio de luz en el cielo y no un símbolo de trabajo, de improductividad y posible ilusoria mejora de los ritmos. Le duermo al sol con mi lomo enrojeciéndose mientras transita, le duermo al día y a la noche la lamento, mamá, todo esto es tan triste. Yo encuentro pequeños símbolos, melodías chiquititas que te invocan liviana, flotando, casi sin ser, casi no siendo más que un inevitable pedazo de tiempo. Mamá, un beso era más de lo que creía, mis labios que no se contraían más que para llorar toparon con otros y, mamá, dijeron un silencio hermoso, más o menos hermoso.

Quiero serte sencillo, lo que amo es simple y lo que odio más aún. Amo a las emociones y a todo lo que las genera. Odio a todo lo que intenta impedir que me emocione. Lo que más amo es otro tema. Lo qué más odio hay que olvidarlo. Ojalá nunca odiar, sino sentirse mejor más lejos.

Mira la luz que comienza a azularse y no puede atravesar la cortina todavía más que por los lados como una linea de temblorosa mano.

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