16 ago 2010

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Esperé un momento para que se enfriaran los ánimos. Me había cortado un dedo y las cosas en la habitación querían escapárseme. Ella me miraba esperando que dijera algo, que arraigara mis intenciones, así lo siento yo, quiero decir una intención es un principio de fin, una tendencia a un objetivo. Mi necesidad de fin apunta a la frustración deliberada de las intenciones. Estaba confundido deseé cortarle el dedo también, la sangre es mas importante que el aspecto, pensé. ¡Cómo se alza la conciencia cuando nos brota ese fluido tremendo, silencioso!

El recuerdo más antiguo que tengo de cuando me pasó una wea así es de mis nueve o diez años. Caí desde un gran tronco a una zarzamora, había un río cerca y escuchaba su sonido. Caí hacia la izquierda, caía y sentí las ramas arañándome mientras interrumpían mi caída, repté por el barro para salir de allá abajo. Mis heridas eran líneas y puntos por lo que brotaba el rojo, recuerdo la red de líneas interceptándose haciendo de mi cuerpo un vasto plano de piel, apenas un color de fondo. Ninguna era profunda, lloré y volvimos a la casa para curarme, ese día comimos cazuela y no me gustó, había mucha gente y tuve problemas con comer la carne, tenía mucha grasa. Era un campo en Parral, la casa del abuelo de mi amigo, pasé ahí alrededor de una semana, tengo muchos recuerdos de ese viaje. Aprendí a afilar cuchillos y compré mi primera cortaplumas en el pueblo.

No supe que decirle, quería que se fuera, pero no podía echarla, me esperaba todavía follar un par de veces e incluso quizás que se quedara a dormir conmigo y tener que ir a dejarla mañana antes de almuerzo. Decidí cambiar de actitud, ceder mi deseo de ambigüedad y dejarme arrastrar por el fluido blanco, siempre expectante. Estaba todo el tiempo dando vueltas en la habitación como un histérico de mierda, me senté en la cama la miré y me eché con los brazos en la nuca, fantaseando que me lo chupara. Entendió. No había nada más que decir, ante el cuerpo no hay nada que decir, hace diez minutos yo quería olvidarme del cuerpo, frustrar los actos y descansar por último lamentándose. Solo quiero lamentarme de lo que no he escogido y asumir mi voluntad al frustrarle. Me sentí un completo imbécil, no puedo creer que llegué a tratar de hablarle acerca de una wea así después de tanto tiempo de conocernos. Ella debería mandarme a la chucha, me haría un gran favor. Al final se quedó a dormir y almorzamos al otro día.

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1 comentario:

  1. Hola José, gracias por tu comentario, el contenido de mi blog es un poco irregular pero espero que encuentres más musica que te gusta.

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