31 jul 2011

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Al fin mi casa está abandonada. Han salido de vacaciones los integrantes de mi familia. Hecho de menos a mi madre caminando sonámbula en busca de comida, a la tina inundada en pelos de mi hermano, los líquidos derramados en la cocina, secos porque nadie los saca. Hecho de menos el ruido de la madera con los pasos, hecho de menos los pasos. Cuando mi casa está abandonada, un nuevo orden prolifera. Las alfombras exhiben sus manchas, la capa de cera en los suelos es más transparente, los animales gritan menos y la temperatura es más homogénea. Las puertas están cerradas o abiertas pero no entremedio, y los perros no entran en busca de comida ni me siguen a mi pieza cuando me llevo un plato. El refrigerador es abundante mientras las cosas vencen, nadie las toma porque algunas siempre fueron inútiles, compradas por si acaso, por si hambre a deshora, por si la gula seduce la boca seca de las farras.

Acaso las cosas derramadas son el mayor palpitar de esta casa, en ellas se presiente un tránsito errático y acomodado, descuidado y acostumbrado. Esos derrames, los líquidos todavía brillan. Esos derrames significan que tendrán que ser limpiados. Habrá alguien limpiando mañana. Ni siquiera se asoman las cacas de los animales, porque ya no buscan compañía, salen de vagabundos o se quedan afuera. Muchos de ellos están viejos y gordos. Duermen mucho y en el mismo lugar por meses, luego buscan otro y otro, cada uno siempre disponible y con diferentes beneficios. Cerca de la estufa, cerca de la pared que colinda con el horno de la calefacción, encima de un montón de ropa usada, encima de una habitada cama. Hoy nada de eso les interesa, pues no se cumplen las medidas que activan las comodidades de la casa, ni siquiera para los animales, ahora empiezan a mirar a los pájaros. Los jóvenes tratan de cazarlos sin lograrlo. Se persiguen unos a otros y se aburren de ladrarle al silencio, que suena por contraste.

No hay a quién robarle cigarros, ni a quien abrirle la puerta para decir nada. No hay conflictos ni frustraciones, todo es demasiado fácil. Esta casa desnutrida, tienen que acabarse las vacaciones.



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