5 dic 2012

Fantasía

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Descansando temprano en la cuidad,
sentí como si el ruido de los camiones al pasar
fuesen olas de mar insistentes y tranquilas.
Sentí el canto del pájaro como una larga frase
de renovación y ensueño.
Quise ver las antenas como mástiles,
los taxis como árboles al viento
y oír los despegues de los aviones como truenos,
verdes tormentas, cada una un proceso indomable,
sin cuerpo y sin piloto.
Quise ver a la vieja como profeta,
al vago como escribano,
al conserje como salvaje molusco,
lento espiral de carne protegida,
lacerada corriente,
frustración memorable,
entre soplo y estertor.
Luego vino un trueno de verdad,
un eco desde el sur que liberó
al canto tartamudo del granizo.



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