9 dic 2012

Hotel Villa Trouville

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En el hotel Villa Trouville
revientan arañas que
hacen saltar los tapones.

El campanario se asoma
entre la niebla a lo lejos
e Iris, la recepcionista,
desconecta el timbre
a las doce.

Las piezas tienen cocina
y cenicero.
Nosotros fumamos,
ella toma té, yo destilado.

Espero que la noche avance,
que se derrita el hielo
dentro del refrigerador que
no funciona.

No hay cucarachas.
Entran zancudos por la
ventana abierta que da
al sur; mitad mar,
mitad Las Cruces.

Disfruto de la cara tarifa,
arrastrando las horas,
esperando que amanezca.



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