7 jul 2010

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Una pared de polvo iluminado
parte desde donde no se alcanzan a juntar las cortinas
y me alcanza entumecido
pero el frío no me destruye
apreté los dientes muchos días.
Dejé tiritar la pierna
muchas horas
debajo de la mesa.
Yo calentaba mis manos
metiéndomelas al pico, siempre
y mis amigos cercanos
de los que no escondía ese gesto
ya no me querían dar la mano.
Entonces les prometí
que lo haría solo con la izquierda
pero era una mentira.

El día que llega me calma el rostro
me aprieta los dedos contra las manos
me hace querer morder la acera
y me da ganas de estar enfermo
tranquilamente enfermo
de rabia
de pena hambrienta
asomado por la ventana
escupiéndole a los transeúntes
diciéndoles
llévense el cuerpo
a otra parte
quiero ver la ciudad muerta
quiero ver la herida que dejamos en el suelo
la cicatriz de la civilización.
Pero después me arrepiento
y pienso que de esta habitación
no se sale por la puerta
no se sale perforando las paredes
ni curvando los barrotes
se sale perdiendo la esperanza
de salir.


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