7 jul 2010

Boca, Iris, Pupila (Despertando)

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Si cuando hallamos abierto la boca
ante el diario temblar de la alarma
se nos abra también la cortina
entonces la luz tremenda, continua
hará al fin su tarea escondida.

Secarnos los restos de comida
entre los dientes de la cara abierta.
Devolverle el color a nuestros iris
que moraban oscuros en la vista caída.

Cada uno tendrá su color de nuevo
y aunque debilitado por el tiempo
será rojo, verde, café y hasta negro
pero no tan negro como la pupila.

Entonces ese indeterminado agujero,
esa fosa de tristes dimensiones
por donde la luz nos perfora el conocimiento
será otra vez lo más negro del rostro.
Será el recuerdo tranquilo y doloroso
de que mirar también es un abismo.


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