19 abr 2010

009

Desperté con la alarma a las diez, la apagué y seguí durmiendo hasta las una. Recordé vagamente un sueño en el que me follaba a cuatro mujeres en el capó de mi auto. Lo había sacado a medias del garaje, un resto quedaba todavía dentro de mi casa. Estaba nublado y gris. Todas mis parejas parecían conocerme, me pedían que hiciera lo que yo sabía que les gustaba. No pude venirme con ninguna. Quedé exhausto, de rodillas sobre el suelo apoyado sobre el capó. Mi hermana venía por el jardín junto a mi tía. Iban a tomarme unas fotos. Posé mostrando mi mano con cuatro dedos levantados en referencia a mis cuatro conquistas que entonces se reían. Al alzar mi mano noté que estaba temblando intensamente, me dio miedo y vergüenza, la escondí enseguida. Se alcanzó a tomar la foto.

Almorcé hamburguesas con arroz y huevo, leí un rato y llamé a Violeta. Ayer habíamos quedado de juntarnos hoy después de almuerzo, antes de que ella se fuera de vacaciones. Cancelé una cita con el dentista a las cinco. Comiendo pizza hace unos días, se me salió una tapadura provisoria. Era importante que fuera, preferí follar. Llegó alrededor de las cuatro. Estaba descuidadamente vestida, se veía bien, sus tetas son increíbles. Llevaba una mochila, un bolso pequeño y una carpa de camping. Le ofrecí un vaso de agua, conversamos. Me dio besos en el cuello mientras le mostraba un teclado que me había traído de la casa de mi padre. La llevé a mi habitación y comencé a besarla. Estaba en su periodo así que no estaba seguro si hacérselo. La seguí besando y punteando un buen rato. Decidí follarla de todas formas. Le quité la ropa y se lo metí. A veces se quejaba que le dolía, que no lo metiera tan adentro. Nunca la había penetrado antes. Mientras se lo hacía en cuatro noté toda la sangre que emanaba, mi pico estaba rojo, su cintura se veía magnífica desde esa perspectiva. Se había manchado la parte inferior de mi polera, eso me excitó. Me dijo que estaba nerviosa y que no quería que me fuera, acogí la idea, no tenía tantas ganas. Nos besamos un rato más, le pedí que se parara sobre la cama para mirarla mientras yo estaba acostado. Habían manchas de sangre simétricas en sus muslos, se veía hermosa. Nos vestimos y la fui a dejar a la estación de metro. La besé enérgicamente varias veces durante el viaje, en las luces rojas.

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